El Jueves Santo, a partir de las doce de la noche, salen los Empalaos en Valverde de la Vera. Una celebración de Interés Turístico Nacional y uno de los ritos de penitencia más ancestrales de la Comarca de la Vera.
Acompañados por el tintineo de las vilortas, aparecen Los Empalaos en las calles de Valverde. Lo hacen a partir de las doce de la noche, justo en el tránsito del Jueves Santo al Viernes de Pasión. Nadie sabe cuántos, ni quiénes, ni desde dónde salen. Lo que sí se sabe es que su viacrucis particular es por una promesa o por una manda: un durísimo sacrificio que se hace porque se pide o porque se agradece.
Van descalzos y ataviados, tan solo, por una enagua blanca y un velo a la cabeza. Sobre los hombros desnudos llevan un timón de arado sujeto a los brazos, a modo de cruz, con soga de esparto. Cuerdas que también dan vueltas al torso desnudo y no deben dejar ni un milímetro de piel al descubierto. En total, portan más de 30 kilos de soga.
De los brazos cuelgan las vilortas y las togas. En la nuca se cruzan dos espadas en forma de aspa y la cabeza se adorna con corona de espino. Cuenta la tradición que la corona debe ser colocada por una persona muy importante para el Empalao.

Los Empalaos recorren las empinadas y pedregosas calles de Valverde para arrodillarse en todas las cruces y en la ermita del Cristo del Humilladero, que es a quién se hace la promesa. En su caminar, cada uno va acompañado por su “Cirineo”, la persona encargada de alumbrar el camino con un farolillo de aceite y de atenderle en caso de necesidad. Suele ser una persona muy cercana, como la madre o la esposa, pero nada se sabe, el Cirineo va totalmente tapado por una manta.
Los Empalaos solo son hombres, las mujeres cumplen sus promesas vestidas de nazarenas. Los momentos más emotivos se viven cuando se producen los encuentros, entre Empalaos o de Empalaos con Nazarenos. En todos los casos, todos se deben arrollidar.
Algo de historia
Tenemos que indagar en el siglo XVI para tener los primeros datos de este rito. Algunos hermanos de la antigua cofradía de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo realizaban actos de penitencia de carácter disciplinario, con azotes y heridas. Estos hermanos fueron los que luego se denominaron Empalaos.
En 1777, por orden de Carlos III, los Empalaos fueron prohibidos. No obstante, el ritual continuó. Dejaron de azotarse, pero no de vestirse y penitenciar.