Del 19 al 20 de enero vuelve Jarramplas, la fiesta de Piornal declarada de Interés Turístico Nacional en la que vecinos y visitantes lanzan nabos al personaje. Para un piornalego ser Jarramplas es lo más grande, de hecho hay lista de espera hasta el 2.048 para encarnar al protagonista de esta fiesta llena de magia y misticismo.
Esta peculiar fiesta cuenta con dos personajes centrales, San Sebastián y Jarramplas. A San Sebastien, el santo, se le reza, viste, se le saca en procesión, se le hacen ofrendas, peticiones y canticos. A Jarramplas, que es un vecino disfrazado con máscara y traje de colores, es sometido al castigo del lanzamiento de toneladas de nabos por parte de piornaleros y visitantes.


Según la leyenda, Jarramplas pudo ser un ladrón de ganado que fue castigado por el pueblo con el lanzamiento de los nabos. Otras versiones hablan de Jarramplas como un guerrero cristiano que fue despreciado por el pueblo por pasarse a las tropas árabes, o que fue un mártir que los judíos mataron por no renegar del cristianismo.
Cada año, el personaje es encarnado por uno o varios vecinos de la localidad. Para soporta el impacto de los nabos, los trajes se confeccionan con fibra de carbono y pesan entre 20 y 30 kilos. Para un piornalero, ser Jarramplas es lo más grande. De hecho, existe una lista de espera hasta el 2.048 para encarnar al protagonista de este ritual festivo lleno de magia, misticismo y sentimiento.
Los llamados mayordomos son los encargados de la organización y los gastos de la fiesta. Como fiesta, Jarramplas es un símbolo de identidad que permanece en el corazón de los piornaleros y las piornaleras.
Nabos de Jarandilla
Desde hace unos 12 años, los nabos que se lanzan contra Jarramplas son cultivados en la finca de Ignacio Núñez en Jarandilla de La Vera. En 2020 se cultivaron unos 28.000 kilos en cuatro hectáreas. La siembra de los nabos comienza a finales de agosto, o a principios de septiembre. Las semillas se mezclan con arena y posteriormente se esparcen por las tierra.